LA VENGAZA DE PRUDENCIO

LA VENGANZA VIRTUAL DE PRUDENCIO

Un mes después que fui victima del feliz robo de mi teléfono celular, y luego de que agote todas las maldiciones conocidas y atravesé por una delirante etapa de increíble creatividad de improperios, dirigidos a un tipo sin rostro pero con una increíble disposición a sustraer sin piedad y sin pudor el celular a cualquier “peluche despistado” en este caso a mi persona, encontré los documentos necesarios para poder bloquear y recuperar mi numero de teléfono.

Recuerdo haber hablado con el nuevo dueño de mi antiguo celular, fue algo breve e impersonal, me relato que se lo compro a un respetable ciudadano que al parecer no tenia nombre y tampoco ningún tipo de conciencia, el cual le dio un precio lo suficientemente razonable y encantador como para seducirlo. Mi interlocutor aun a sabiendas que la propiedad en cuestión había sido debidamente robada, compro el teléfono, eso lo convertía en cómplice inmediato, la procedencia no le importo mucho, pues bien sabemos que en la vida real, un ahorro de “biyuyos” te puede hacer torcer la moral, o simplemente confirmar que ya estaba torcida desde que te inscribieron en el registro natural de las personas.

Algunos amigos también tuvieron la oportunidad de platicar con este dueño inoportuno, su respuesta al inicio era simple (y quizás con un poco de vergüenza): “numero equivocado”, “este numero ya no es de el”, pero luego el fastidio de haberse convertido en una especie de secretario involuntario hizo que comenzara a mandar al traste a todos aquellos que preguntaban por mi.

Antes de encontrar las facturas que me acreditaban como dueño universal e indiscutible del teléfono, estaba desprotegido y sin armas para la venganza, en un día de ocio y desazón recordé a una amiga a quien la acosaba un pervertido virtual quien le enviaba durante todo el día mensajes de textos a su teléfono desde la página de xolo.com.ni, así que ipso facto procedí a copiar este “modus operandi” , las ansias de venganza te permiten justificar sin necesidad de ningún asidero en la realidad, ciertos actos irracionales y verlos como actos necesarios de justicia divina, tengo que admitir que imagine al tipo con su teléfono importunándolo a cada instante , con mensajes que no decían nada (porque tampoco se me ocurrió algún insulto brillante que decirle) solo una larga cadena del abecedario sin ningún significado especifico, sin embargo en el mensaje numero veinte dejo de ser interesante y tome conciencia del lapsus de estupidez irremediable en el que había caído.

El primer pensamiento instintivo que tuve al tener las facturas en mis manos, fue el de ir apresurado a una de las agencias de teléfono y pedir que se bloqueara ese numero. Sin embargo, supe que no era suficiente, yo debía devolver el golpe, darle un trago de su propio pinol, por lo que pensé que podía esperar un poco mas, que el individuo se acostumbrara a su nuevo numero, que sus contactos personales supieran de memoria sus dígitos, que creara la dependencia necesaria, hasta que se sintiera cómodo y confiado como en un día feliz, para luego arrebatarle de un zarpaso todo lo que en su momento me fue quitado, solo de esta manera la justicia brillaría. Así que aguarde dos semanas mas, en ese tiempo de espera recordé aquella tenebrosa llamada telefónica de la película “El Aro”, en que una voz de ultratumba sentenciaba a muerte a los personajes al séptimo día, así que en el día numero 14, guardando las distancias y sin tantas pompas, emule ese procedimiento y le mande un mensaje de texto anunciándole que su teléfono seria bloqueado al día siguiente. En el día numero 15, desperté temprano, me aliste apropiadamente para la ocasión y me dirigí a la agencia de teléfonos, presente la factura y pedí que bloquearan el numero.

Al salir de la oficina, un silencio limpio invadía las calles, el sol benévolamente acaricio mi rostro y un viento calido rozo mis manos y recordé aquel verso maravilloso de Amado Nervo: “Vida nada me debes, vida estamos en paz”.

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